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Wednesday, June 15, 2011

La llama de una vela

Ya no me asusta la oscuridad.
Cuando era niña y vivia en casa de mis padres era común que en la noche se cortara la luz del barrio. Todo se ponía muy oscuro adentro y afuera de las casas  y en nuestras fantasías infantiles monstruos podrían surgir de cualquier lado.  Así que la imaginación era el gatillo que disparaba la desesperación, y entonces  la agitación que se seguía de  los gritos y tropezones.
Para ese entonces se escuchaban pasos rápidos, sonido de puertas abriéndose y cerrándose, y de pronto un fosforo se encendía en alguna esquina amenazando la oscuridad y dando vida a la amada  vela, esa que mantendría el miedo lejos de nuestras mentes y traería tranquilidad a nuestros corazones juveniles.
Cada uno de los tres hermanos nos ganábamos una vela y nos sentábamos en el piso jugando de producir monstruos, inofensivos (porque monstruo que se respete se esconde cuando hay luz), encerrados en las paredes, o de provocarnos el dolor manso de la cera sobre nuestras pieles. Los papás se sentaban a la mesa, tomando un cafecito caliente que hacia que toda la casa oliera rico, y entre silencios y risas, en la penumbra, se producían memorias muy queridas.
Bachelard, en su libro The flame of a candle dice:
“La llama de una vela nos devuelve a nuestros recuerdos de vigilias solitarias”.    
En verdad muchos filósofos desarrollaron sus teorías reaccionarias encerrados  en sus cuartos, entre la tiniebla y la llama de una vela y las ideas surgían del intervalo entre la luz y las sombras, ahí se dibujaba, en la fantasía, las cosas que no eran, pero que podrían, un día, venir a ser. La vela los hacia soñar en soledad. Pero en mi niñez, con mi familia, la vela nos hacía soñar en conjunto.
Para explicar el placer ermitaño de esos hombres antiguos les menciono Lichtenberg, que en gran claridad y sencillez así lo expuso:
“El hombre tiene tanta necesidad de compañía que soñando en la soledad se siente menos solo frente a una vela prendida”.
Mientras yo crecía las velas ya no se utilizaban tanto, y hoy, raramente veo una en algún lado. Aunque cada vez que observo una puesta del sol pienso en una llama de vela que quema hacia abajo…suavemente. Y eso me lleva a una analogía interesante. Dos tipos de finales de relacionamento. El fin de vela y el fin de puesta de sol.

El final tipo vela, quema despacio, es largo, lleva tiempo. Es que la relación se va desgastando. Su pavilo se va oscureciendo, el fuego lo consume lentamente, se encorva. La vela muere como quien adormece y el relacionamiento se enfría porque ya no hay combustible que mantenga el calor entre la pareja y se termina, como la vela que se apaga. No hay mucho que lamentar. La vela muerta ya no sirve para nada.

El final tipo puesta del sol es abrupto. Las razones son ajenas a la voluntad de los enamorados. El sol aún brilla intensamente, y explota en colores, estando el cielo despejado o adornado por las nubes. La unión no desea un fin, pero las fatalidades, las circunstancias, las bifurcaciones en los caminos obligan a que el término sea la única opción. Tienen su lugar, entonces,las lágrimas. Al final, quien le podría impedir al sol que se ponga?
Lo que diferencia una realidad de la otra, aún en el campo mágico de las metáforas, es la posibilidad, siempre presente (a veces muy tenue), de que haya, algún día, un nuevo amanecer.
Como dije al principio, ya no temo la oscuridad. Lo que si me asusta es que en algún momento de la vida mis ojos, menos los reales que los del alma, ya no puedan percibir que en medio a las tinieblas siempre queda algo de luz.
En ese momento escribo bajo la luz de una lámpara fluorescente muy potente, pero mi corazón desea el espacio entre la luz y las sombras para imaginar las cosas, no como son ahora, sino como podrían haber sido, o quizás, como serán algún día…Por eso, apagaré la luz, prenderé una buena y vieja vela y soñaré despierta hasta que los recuerdos de una vida que no viví me provoquen una sonrisa que permanezca en mi rostro por lo menos hasta que amanezca.

Karol.

2 comments:

  1. shhhh!!..tremendo testamento..jajaja..
    hice omo en el colegio..lei al principio..al medio..y al final..XD
    jeje.no..hablando en serio..
    chuta que eres poetica..me gusta esa parte..de..cuando eran chiquititas y se cortaba la luz...creo que ahi aprendiste a dar agarrones...jjaja porque nadie sabia quien habia sido...
    si.un comentario no adecuado para la belleza de tu poesia...jaja ..peace!

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  2. nena, estas por hacerme llorar de pura empatía... y porque soy llorona, claro.

    a mi tb me encantan las velas, mi familia saber q son un buen regalo y me encanta prenderlas un poco cada vez.

    ... ya no podré volver a pensar en las puestas de sol como algo lindo y relajante

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