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Tuesday, June 21, 2011

El hombre que mató al hombre que mató al hombre bueno era un hombre malo

De repente te das cuenta de que no sos un ser humano tan bueno.

CUADRO 1
Estaba mirando Inglorious basterds, ya habían pintado todo el cuadro de la persecución a los judíos, la indignación me llenaba las venas y invadia mis puños que, por la impotencia frente al pasado concreto, se cerraban. Ya las cejas estaban fruncidas, los músculos de la cara tensionados, todo el odio a la impunidad flotando en mis pensamientos más inmediatos, cuando entonces anuncian “the bear jew”(oso judío)… Ahí todo cambió… la tensión psicológica manifiesta en la cara de los nazis prisioneros empezó a traer la alegría de la venganza a mi propia cara y la ansiedad  generada por mi deseo de que hubiese una respuesta digna(y violenta) a toda la infamia del tercer Reich. Y, entonces, cuando de pronto percibo la naturaleza de mis sentimientos me pregunto: pensando así en que me diferencio de aquellos nazis(los reales)? y en ese momento me doy cuenta de que no soy un ser humano tan bueno.
CUADRO 2
2 horas para el parcial de cualquier cosa para la cual no he estudiado nada…Ya no hay tiempo, estoy sentada en la sala, preguntas volando para todos los lados, no tengo respuesta para ninguna. Me preguntan se estudié…volteo la cabeza con una sonrisa mentirosa y en mi cabeza un par de respuestas desagradables quedan refrenadas por el “Super ego” *, si, un poco, le contesto. Vuelvo a voltearme y me pongo a imaginar mil formas de matar al profesor con la fuerza de mi imaginación antes que llegue a clase y la catástrofe (lease: el examen) sea inevitable. En ese momento vuelvo a darme cuenta de que no soy un ser humano tan bueno.
CUADRO 3
Habia pasado las ultimas 4 semanas esperando que las guayabas, esas que aparecieron en el árbol del patio de atrás, estuviesen a mi gusto: grandes, verdes, al punto, porque me encantan! Salté el muro y pasé los siguientes 15 min tratando de bajarlas delicadamente con un palo, para que no se aplastasen, volví a mi lado del muro feliz con los trofeos. Me senté feliz al lado del muro para saborearlas, pero justo tocó el timbre y escuché voces familiares…primer pensamiento? DONDE ESCONDO LAS GUAYABAS? Y recordarme de actitudes egoístas y mezquinas como esas hacen que me de cuenta de que no soy un ser humano tan bueno.

Son cuadros aleatorios del diario, como las veces en que deseo que el hombre malo de la película salga libre o cuando me pongo a molestar a alguien por el simple placer de hacerlo. Lo que no es bueno, cierto? Pero admitir que es malo es bueno,no? Pero esas cosas  van sucediendo sin que les de atención tantas veces y por ahí muestran más de lo que soy de lo que me gustaría admitir.
Jean Jacques Rousseau dijo cierta vez : “Somos tentados por las pasiones y detenidos por la conciencia.”  Lo que me lleva a pensar que la conciencia estaría más conectada a la razón, pero el instinto para lo que es malo, a que se conecta. Y si el instinto no sufre el proceso de la reflexión es aun algo de que me pueda sentir culpable?
No es que uno se tenga en alta cuenta día tras día, y camine por la vida creyéndose piadoso, bondadoso y santo, al contrario. Simplemente no se piensa en eso. El “ser” ya no es, hace mucho, una cuestión vital en nuestra sociedad.
Eso pasa por el hecho de que los ojos miran hacia afuera! Es decir, no perdemos(aprovechamos – prefiero) el tiempo evaluándonos, porque mirar hacia adentro es anatómicamente un disparate. En ese punto olvidamos que la mirada interior es completamente metafórica, ahí no valen las leyes del mundo exterior.
Por eso creo que cuando el estallido de verse desde afuera se da, se abre la posibilidad de hacer las cosas de una forma diferente y eso empieza con cambiar la perspectiva, la forma de ver. Revolucionar el pensamiento. Y si tanto cambio no se da, es ya bastante significativo tratar de entender que factores motivan algunas de nuestras tantas conductas.

La conclusión para mi dilema es que para que el bien sea bien, tiene que serlo en el fondo de mi corazon y en mis acciones, simétricamente, o no será sino una farsa muy costosa.
Asi que autoconocerme es esencial si deseo seguir el camino que me llevará a adecuar mis acciones, reacciones y sentimientos a fim de tornarme un ser humano mejor para mi misma y quizas tambien para otros...!

Karol.


*Referencia a Freud

Sunday, June 19, 2011

Conclusiones del dia

1- Las ropas del invierno no sirven en el verano.(esto es metafórico)
2- Se arrepienten los debiles Y los fuertes.
3- La muerte es parte de la vida, como el olvido de la memória.
4- Amigos son como colchon de plumas cuando la cama esta hecha de rocas.
5- Tengo un gran Dios.

Saturday, June 18, 2011

Por que hablas si nadie te escucha?


La belleza de los cóncavos y convexos está en que NADA, absolutamente NADA es cóncavo y convexo a la vez.(Bueno, exceptuemos la cuchara!!!) Están por todo lado. Dondequiera que se mire. Son tan importantes que no me atrevería a descartarlos de mi mundo si me dieran la opción.
En los cóncavos y convexos la poesía permea la línea geométrica que se sujeta y la línea que se acomoda. Un baile de complicidad que se realiza a cada mirada.
Muchos son los ejemplos, pero solo menciono algunos, por pura diversión:
  • ·         El beso
  • ·         El nido y el pájaro
  • ·         La cerradura
  • ·         La mama y la boca del lactante
  • ·         El cono y el helado
  • ·         El anillo y el dedo
  • ·         El pie y el zapato
  • ·         Las piezas de un rompe cabezas
  • ·         EL OÍDO Y EL HABLA!
(hagan el ejercicio, a ver que cóncavos y convexos son importantes y representativos en sus vidas)

Él último es, definitivamente, mi preferido. El oído es cóncavo, el habla es convexa.
Para muchos, apoderarse del oído ajeno genera un placer casi sexual, y con razón. Ahí están los componentes, el silencio vaginal del que escucha, la voz fálica del que irrumpe en palabras, entusiásticamente.
Cuando una persona habla va rompiendo los espacios, ultrapasando las barreras físicas. Los sonidos van cruzando el aire, directos,  certeros, su intención es llenar la cabeza del que escucha, ocupar sus pensamientos y demás…
Pero no hay conexión si el baile de la acomodación no se da. Si el cóncavo no le da espacio al convexo, si el que dice no silencia para escuchar.
Se ha pensado mucho en el arte de hablar. Para desarrollar este arte muchos cursos se han dado, y muchos han pagado y siguen pagando pequeñas fortunas para aprender a pararse frente a otros y hablar lo más prolija y impactantemente posible. Para aprender a invadir los oídos ajenos y garantizar la supervivencia de sus ideas. Pero quizás ya sea tiempo de pensar en otro arte, de igual importancia y gran valor: EL ARTE DE ESCUCHAR. Y permitir que su propia mente sea campo fértil donde la semilla de la empatia y la belleza de la real comunicación puedan fructificar.
Alberto Caeiro dijo: “ No es suficiente tener oídos para escuchar lo que se dice. Es necesario también que haya silencio adentro del alma”.
Lo ideal seria que al escuchar no estuviésemos tan preocupados pensando en lo que vamos a decir en seguida, o muy apurados en decirlo. El resultado de hacerlo mal es que nos vamos igualando en convexidad, todos fálicos en lo que es decir, y ausentes en lo oir. Y si sabemos que no hay utilidad para el convexo sin el cóncavo, para que seguir, ciegamente, hablando?   
Culminamos, entonces, en un mundo de desentendidos, mal comprendidos e inexplicados, a pesar de que todos tengamos siempre algo que decir!

Karol.

Wednesday, June 15, 2011

La llama de una vela

Ya no me asusta la oscuridad.
Cuando era niña y vivia en casa de mis padres era común que en la noche se cortara la luz del barrio. Todo se ponía muy oscuro adentro y afuera de las casas  y en nuestras fantasías infantiles monstruos podrían surgir de cualquier lado.  Así que la imaginación era el gatillo que disparaba la desesperación, y entonces  la agitación que se seguía de  los gritos y tropezones.
Para ese entonces se escuchaban pasos rápidos, sonido de puertas abriéndose y cerrándose, y de pronto un fosforo se encendía en alguna esquina amenazando la oscuridad y dando vida a la amada  vela, esa que mantendría el miedo lejos de nuestras mentes y traería tranquilidad a nuestros corazones juveniles.
Cada uno de los tres hermanos nos ganábamos una vela y nos sentábamos en el piso jugando de producir monstruos, inofensivos (porque monstruo que se respete se esconde cuando hay luz), encerrados en las paredes, o de provocarnos el dolor manso de la cera sobre nuestras pieles. Los papás se sentaban a la mesa, tomando un cafecito caliente que hacia que toda la casa oliera rico, y entre silencios y risas, en la penumbra, se producían memorias muy queridas.
Bachelard, en su libro The flame of a candle dice:
“La llama de una vela nos devuelve a nuestros recuerdos de vigilias solitarias”.    
En verdad muchos filósofos desarrollaron sus teorías reaccionarias encerrados  en sus cuartos, entre la tiniebla y la llama de una vela y las ideas surgían del intervalo entre la luz y las sombras, ahí se dibujaba, en la fantasía, las cosas que no eran, pero que podrían, un día, venir a ser. La vela los hacia soñar en soledad. Pero en mi niñez, con mi familia, la vela nos hacía soñar en conjunto.
Para explicar el placer ermitaño de esos hombres antiguos les menciono Lichtenberg, que en gran claridad y sencillez así lo expuso:
“El hombre tiene tanta necesidad de compañía que soñando en la soledad se siente menos solo frente a una vela prendida”.
Mientras yo crecía las velas ya no se utilizaban tanto, y hoy, raramente veo una en algún lado. Aunque cada vez que observo una puesta del sol pienso en una llama de vela que quema hacia abajo…suavemente. Y eso me lleva a una analogía interesante. Dos tipos de finales de relacionamento. El fin de vela y el fin de puesta de sol.

El final tipo vela, quema despacio, es largo, lleva tiempo. Es que la relación se va desgastando. Su pavilo se va oscureciendo, el fuego lo consume lentamente, se encorva. La vela muere como quien adormece y el relacionamiento se enfría porque ya no hay combustible que mantenga el calor entre la pareja y se termina, como la vela que se apaga. No hay mucho que lamentar. La vela muerta ya no sirve para nada.

El final tipo puesta del sol es abrupto. Las razones son ajenas a la voluntad de los enamorados. El sol aún brilla intensamente, y explota en colores, estando el cielo despejado o adornado por las nubes. La unión no desea un fin, pero las fatalidades, las circunstancias, las bifurcaciones en los caminos obligan a que el término sea la única opción. Tienen su lugar, entonces,las lágrimas. Al final, quien le podría impedir al sol que se ponga?
Lo que diferencia una realidad de la otra, aún en el campo mágico de las metáforas, es la posibilidad, siempre presente (a veces muy tenue), de que haya, algún día, un nuevo amanecer.
Como dije al principio, ya no temo la oscuridad. Lo que si me asusta es que en algún momento de la vida mis ojos, menos los reales que los del alma, ya no puedan percibir que en medio a las tinieblas siempre queda algo de luz.
En ese momento escribo bajo la luz de una lámpara fluorescente muy potente, pero mi corazón desea el espacio entre la luz y las sombras para imaginar las cosas, no como son ahora, sino como podrían haber sido, o quizás, como serán algún día…Por eso, apagaré la luz, prenderé una buena y vieja vela y soñaré despierta hasta que los recuerdos de una vida que no viví me provoquen una sonrisa que permanezca en mi rostro por lo menos hasta que amanezca.

Karol.